martes, 23 de octubre de 2018

Poética II


Poética II

Un poco de ficción. ¿Por qué? ¿Para qué? Porque sí. Porque quiero. Porque necesito. Necesito mentir. Imaginar. Vivir posibles. Eso es leer. Y, también, narrar. A veces algunos (los lectores, los escritores, los que repiensan e imaginan –mientras algunos se castigan otros aprendemos a perdonarnos-) somos capaces de intentar. Opciones. Mentiras. Raptos. Desvíos.

De eso se trata vivir también a través del arte. De darse el derecho, de aceptarse equivocados como para merecerse descansos. Perdones. Una vida distinta, la de alguien en la pantalla (en el cuento, en la pintura, en la canción) que tiene nuestros defectos y algunas de nuestras virtudes, y que ejecuta. Ése no debe estar allí para ser juzgado por el espectador. El público debería ser su amigo. Entenderlo. Aceptarlo. Cobijarlo. El personaje de una ficción no puede ser atacado por el espectador. Éste debe ser el más rico benefactor. El que le dice sus errores, y el que lo ayuda a encaminarlos. De paso, lector, vos y yo aprendemos lo que “sí”, lo que “no” y lo que “no de nuevo”.

O sea, déjenme escribirles mentiras jugosas, mentiras audaces, mentiras tiernas, mentiras voluptuosas. Porque de eso está hecha la vida.

Pero.

Como en la vida hay reglas que el arte puede infringir… déjenme desplegar mis alas. No preludien una veracidad que es –más bien- temeridad, valentía de decir lo que todos están pensando, mis queridos.

No importa si yo lo vivo o no. Importa que lo puedo contar.

¿Se animan?
Empiezo.

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