sábado, 17 de febrero de 2018

Por qué los adultos me odian? Capítulo 1


Capítulo 1: Hierarchiarum (Jerarquías)

Son las 7:15. Ya deben estar dentro del aula. Entro apurada, corriendo. No zafo del comentario sarcástico del Secretario que, como cada mañana, espera en la entrada del colegio a quienes llegan en horario y a quienes no. Ni lo miro ni le respondo. 

 No hay nadie en el patio. Solo algún docente que, como yo, llega tarde (aunque para ellos no parece ser un problema). La Directora charla con los preceptores en una esquina de la galería, a la vez que me observa sin decirme nada. Yo, me oculto en la capucha del buzo, y trato de llegar al salón sin cruzarme con nadie más. (Ojalá existiese un túnel subterráneo desde a puerta hasta el aula… desearía dejar de cruzarme con esos adultos que nada bueno tienen para decirme, que no me miran a los ojos, para quienes siempre soy un chiste).

Ya estoy frente a la puerta de mi salón. Sé –y lo veo- que hoy tenemos con Gutiérrez. El de Historia no es malo. De hecho, es bastante divertido. Sin embargo, yo tengo la sensación de que no le gusta estar con nosotros. No sé por qué. Simplemente lo siento. A veces entra al aula sin siquiera saludarnos. Nos mira serios, nombra a uno y le toma lección. Otras veces da su clase armando enormes mapas conceptuales en el pizarrón, que nadie llega a copiar y mucho menos a entender. Si le preguntamos algo al respecto, nos responde con monosílabos, como si estuviera sumergido en un mundo paralelo donde nada importa más que la perfección de ese apunte en la pizarra. De verdad le quedan bellos. Y muy lógicos. Aunque me faltan todas las ideas que conectan esos hechos entre sí. Gracias a Dios existe Wikipedia. Me va bastante bien en Historia.

Lo cierto es que Gutiérrez a veces da clases divertidísimas: repasa algún tema con nosotros para arrancar uno nuevo. Mientras nos hace preguntas, interactúa con nosotros y nos hace chistes. Cada vez que me pregunta a mí, quiero desaparecer de la faz de la Tierra. Creo que le parezco medio estúpida. Porque cada vez que me habla se refiere a mí como “la calladita”. “A ver, Martínez, ¿hoy me va a hacer el honor de dejarme conocerle la voz?” Después de esa frase ya no escucho nada más. Ni su pregunta ni mi silencio. Después, su lapicera en mi libreta: el 1 y su firma grande y contundente.

Hoy.

Respiro profundo y abro la puerta del aula. Todos me miran y Gutiérrez deja de hablar. Prefiero no detenerme ni alzar la cabeza. Me siento en mi banco junto a Pili, que me mira con intriga. El profesor no vuelve a hablar hasta que yo me siento. Cada uno de mis movimientos está siendo observado por los 35 pares de ojos de mis compañeros y por los implacables de Gutiérrez. Finalmente, dice: -¿Ya terminó, Martínez? ¿O tiene que prepararse un cafecito antes de sentarse? Cuéntennos porqué llega 15 minutos tarde a clase. ¿Se quedó pintándose las uñas?-

Risas. Gutiérrez ya no me mira, porque comparte su éxito humorístico con los alumnos. Pablo, un compañero al que todos queremos por su honestidad –y también lo odiamos por eso mismo- grita: -Numi, trajiste las medialunas que te encargamos? ¡Estaba en la panadería profe, para usted también trajo!

Todos ríen más fuerte. Incluso yo. Qué fortuna que exista Pablo. A veces. Pili me da un beso furtivo y me presta una hoja y una lapicera. Me hace una sonrisa mientras con la mirada me señala hacia el profesor. Gutiérrez no se ha olvidado de mí ni de mi entrada tardía.

Pide silencio y vuelve a dirigirse a mí: -Bueno, ¡cuéntenos!

Lo miro. Tartamudeo en las primeras sílabas y arranco. -Es que… cuando mi papá iba a doblar en la ruta para entrar al colegio, se nos cruzó una moto y la chocamos. Por suerte el hombre que iba en moto no se lastimó, pero fue un susto terrible. Mi papá se quería asegurar de que todo estuviera bien así que nos quedamos con el muchacho un rato largo ahí en la calle.

Silencio.

Gutiérrez no dice nada. Yo tampoco. Sólo se escucha el “UUUUH” de mis compañeros y siento la palmada en la espalda de Pili.

Después, Gutiérrez sigue con su explicación sobre la Primera Guerra Mundial.

8 comentarios:

  1. Comenten si les gusta. Quiero seguir escribiendo, pero para eso necesito saber que lo que digo no muere en mi alma. Que esto sirve para que algunos se sientan identificados, para que otros se enteren de una realidad que les es ajena, y -todos- nos convirtamos en mejores personas observándonos en nuestros errores, pero, especialmente, descubriendo nuestros valores.
    La literatura sana, amigos! A ustedes y a mí!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Quisiera el capítulo 2 porfavor, me encantó, porfavor sigue con estos capítulos

      Borrar
  2. Perfecto, me recuerda bastante a un profesor. Por favor escribenos mas!

    ResponderBorrar
  3. Uff que injusto! A mi me recuerda a varios...jiji

    ResponderBorrar
  4. Es inevitable leer esto sin hacerlo con tu tono de voz en mi cabeza! Cómo nos has leído tantas mañanas :)

    ResponderBorrar
  5. gracias Juancito! de los pocos valientes franciscanos (porsuerte algunos hay) que se animan a valorar mi escritura!
    te quise alumno, te adoré colega, te re quiero sujeto!

    ResponderBorrar