Una reflexión sobre el Existencialismo.
La
conciencia de la propia libertad pone al hombre frente a la sensación de
vértigo. ¿Qué debo elegir? ¿Cuál es la mejor opción? ¿Debo ser bueno? ¿Puedo
ser egoísta? Si no hay castigo, si no hay trascendencia, ¿para qué vivir?,
¿para qué ser bueno?
Este
es el encuentro con la Nada. Nada más allá, nada que nos juzgue.
La
indecisión produce angustia. Y la angustia nos hace aún más conscientes de la
Nada.
Algunos,
frente a esta sensación de angustia producto de la conciencia de libertad,
temen. El temor, muchas veces, lleva a la inacción. Ese hombre será Nada. Mejor
no ser –para muchos- que correr el riesgo.
Otros,
tal vez no sientan tanta angustia, sino que se perciban como dioses. El hombre
capaz de actuar a pesar de la conciencia de la Nada, sabiéndose libre, sin
ataduras de ningún tipo, puede generar Auschwitz, o…
¡Qué
difícil pensar en lo opuesto! Los opuestos a Hitler han sido más bien
consecuencias de los diferentes pequeños o grandes Hitlers de la Historia. Los
contextos históricos han forjado hombres que se opusieron a lo que otros
hombres estaban construyendo… o más bien destruyendo. ¿Podríamos decir,
entonces que el Bien, -por sí mismo-, no existe? La Historia parece mostrar
eso. Y es eso lo que postula el Existencialismo.
Lamentable.
Triste. Pero no es más que una manera de entender la vida. Ustedes, chicos, en
su día a día, son libres. Sí, no hay ataduras. Ni la Cultura, ni la Religión,
ni la Familia, ni la Historia deberían inmovilizarlos. Solamente la mirada
interna. Sean ustedes los seres que quieran ser. Es cierto que no hay interior
sin exterior. Pero hagan del otro reflejo de sus propias almas.
Que
no haya Nada… que haya Ser.
Profesora
Julieta Galliano
2
de agosto de 2017
Bibliografía:
BECKETT, Samuel: Esperando a Godot.
SARTRE, Jean Paul: El ser y la nada.
SARTRE, Jean Paul: A puerta cerrada.
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