domingo, 18 de febrero de 2018

Ana


Tengo una amiga.

Una amiga que conocí de grande –me quedan pocas de las de la infancia/adolescencia, tal vez porque de grande aprendí a aceptar(me)-.

Una amiga que aprende conmigo. Cada día. Cada encuentro.

Mi amiga es Ana. Ana Eleonora. Ana es bella. Es tierna. Aunque se muestre dura y firme.

Ana es valiente. Es luchadora.

Con Ana aprendo observando, escuchando, disfrutando.

En realidad, Ana es también Ana y José.

Yo no creo en las casualidades. (Ojo, no es que tengo un pensamiento mágico. ¡No!)

Creo en las elecciones.

Ana y José son –entre muchas otras cosas- como Ana, la madre de María, y José, el padre de Jesús:

Ana y José son padres, son familia. Padres que acompañan. Esposos que sostienen. Padres que aprenden. Esposos que aman profundamente –porque esa decisión es preexistente-.

Soy feliz de ser amiga de Ana. De Ana y de José.

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