domingo, 30 de septiembre de 2018

manifiesto


Manifiesto

¿De qué dudo?

¿Si Estoy escribiendo para sobrevivir?

¿Si escribir me hace sentir viva?

Si saber que mi escritura repercute, orada, desvela, devela, revela, rebela, me resulta inspirador...

¿Cómo puedo siquiera pensar en dejar de irritar?

Entre mi escritura y mis fotos no hay corte.

No hay barra disyuntiva.

No hay sin embargo.

No hay podría ser.

Ni lo voy a repensar.

Mis fotos muestran mi alma. La exponen como en una radiografía. Pero sin más maquinaria que mis letras, mis cadencias, mis asonancias, mis disonancias.

Perdonen, todos ustedes que no me quieren coherente. Que no me aceptan honesta. Que no me quieren en carne viva, con las entrañas expuestas, como después de una cacería.

Aquí no hay matanza. Pero hay despellejamiento. De mí misma frente a ustedes (no por egolatría, sino porque me sé capaz de transmitir mi dolor, para arrancarte de la desolación, de la angustia, de la desesperación, de la mediocridad, de creerte imposibilitado en la búsqueda de tu propia plenitud).

Decía que me despellejo ante sus ojos para regalármeles.

Pero también está el despellejamiento que tu sociedad –trémula, cobarde, banal, vetusta, saqueadora, victoriana, falsamente “cool”- hace de mí. De esta mujer a la que algunos conocen cara a cara y les parece demasiado real para ser tan loca.

Dejá de juzgar.

Empezá a leer.

Para leerte.

Para encontrarte.

Para sanarte.

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