viernes, 30 de noviembre de 2018

Roma


Roma, suavidad pequeña,

es una niña segura

(a veces tiene penas).

Necesita que la quieran

-como todas las nenas-.

Su mamá la escucha atenta

cuando Romita está triste.

Si la nena se lamenta

palabras, miradas, besos,

así mamá le da fuerza.

Lo importante es que Romita

sepa que no estará sola,

sienta fuerte que la miran.

Pero no para prohibirla,

mas, para abrir sus alitas.

Roma vuela bien alto.

Papa, mamá y hermanita

la esperan allá abajo.

Despliegan sus suaves redes

para sostenerla bien fuerte

por si Romita teme.

Así, con cada día sabe

que es bueno animarse.

Nuestra Romita se abre,

se atreve, logra, puede,

de toda caída sale.

Por supuesto, ella sufre

y además es imparable.

Su poder es tan enorme,

su fuerza es inagotable.

Roma ama, siente, aprende,

se ríe, llora, colabora.

A Roma no la detienen,

se sabe capaz, cree en sí,

porque sus padres la quieren.

Nada más lindo en la vida

nada más sano, más fuerte,

Que forjar una autoestima.

Porque no hace falta nada más

para ser tu propia amiga:

ser querida, protegida,

aprender a andar erguida.

Roma al revés es Amor.

Ese nombre le da Poder.

Ese nombre es pura pasión.

Ella es tierra, es caudal,

es calor, es fuego, es flor

que muere y nace cada vez

tras recorrer algún dolor.

Roma sabe que aquí estamos

-papá, mamá, hermanita-

Sostenes de sus ensayos.

Ella prueba, juega, vive,

nosotros la abrazamos.

Así somos estos padres,

de ella, enamorados.

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