Era su propia
prisión. Suya por auténtico génesis.
Tal vez, impuesta.
Quizás, cómodamente
aceptada.
Se vistió con ella,
sin siquiera dudar.
Se vistió con ella,
sin siquiera pensar.
Era natural. Era eso.
Porque había que
escapar.
Porque se había
asfixiado de transcurrir.
De soportar.
De esperar.
Devenir de
sacrificios agónicos
Declinados en
tristezas calladas
En cabezas
explotadas
Ahuecadas por el
olvido y la negación.
Ruido. Desconfianza.
Ansias de otra
cosa.
Búsqueda. Clamor.
Después. Leve quejido.
Inaudible. Para casi
todos.
Porque un día. Por
alguna razón.
Otro había
escuchado su mudo aullido.
Aquel, nunca había
enmudecido.
Estaba asentado. No
asesinado.
Aquel no era un
desesperanzado
Porque su
desesperación
Lo hizo buscar
cauces.
Evitó la
inundación.
Entonces, A: el
locx. A: el desesperadx.
El lobo hambriento
-domado, pero
famélico-
Se había mantenido
vital.
B, en cambio, de
tanto esquivar
Olvidar
Silenciar
Esconder
Avergonzarse
Encajar
Exoaceptarse…
Se murió.
Petit morte
Pero no orgásmica.
La pequeña muerte
constante
De nuestros
verdaderos deseos.
Esos que salen de
las entrañas
Porque buscan un
placer así:
Certero.
Verlos reaparecer
Cuando se los había
creído desaparecidos
Es tsunámico.
Así. Eso.
Imposible de
invisibilizar.
Dejó de actuar.
Exigió su voz.
Más calma, sí.
Ese había sido el
proceso.
Eso se había aprendido.
Pero ahora.
Había que seguir
creciendo.
No existe la
Justicia.
Luego.
B avanzó.
Contagiadx
Infectadx
Excitadx
Rebeladx por A.
Digno de película.
De película sobre
estar vivos.
La prisi
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