sábado, 10 de noviembre de 2018

Otras. De nuevo.
Más aberrante.
Más atroz.
40 kilos, ella.
Apenas 1 kilo, él.
Ambos murieron.
Pero ya estaban en el Infierno.
Un útero de niña
-no era un útero,
Era su vida-.
No hay Estado.
Eso está claro.
Ni ella es ciudadana
Ni madre
Ni alumna
Ni pareja
Ni Nada.
No es el hambre
-no solamente-
No es el miedo
Es la ignorancia
Es el abandono.
Porque aquí todo sigue
Como si hubiese
Una discusión
Como si la preadolescente Wichi
No fuera suficiente
Para entender
Que no hay más que pañuelos verdes.
Que la certeza de tener
Los pies en la tierra
-embarrados, empastados, frescos-
Nos permite volar por el aire
Nuestros verdes pañuelos
De exigente
De inextinguible
Verdad.


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